El ser humano se ha caracterizado por desenvolverse en su entorno, procurándose la supervivencia, y logrando imponerse con éxito a las circunstancias que le rodean, de ahí que el emprendimiento es una respuesta natural del ser humano. Sin embargo nos preguntamos, ¿el emprendedor nace o se forma?
Nace un emprendedor
Desde la premisa de procurarse supervivencia hasta solucionar situaciones más cotidianas, el ser humano organizándose ha logrado siempre entender que cada circunstancia tiene una solución, y en esa solución radica su capacidad de ponerse en marcha para crear. De manera que podría decirse que el ser humano “nace” emprendedor por naturaleza.
Las capacidades emprendedoras del individuo son innatas, y se ponen de manifiesto ante la necesidad de resolver situaciones relacionadas con la supervivencia. Cuando dichas capacidades son identificadas y potenciadas es cuando hablamos de formación.
El emprendedor también se forma
El emprendedor también se hace, pues sus capacidades de respuesta se desarrollan. La formación para el emprendimiento debe ser un tema de prioridad en toda sociedad que aspire a llamarse desarrollada.
Acceder a una mejor calidad de vida es la más fuerte de las motivaciones de un emprendedor. Sin embargo el emprendedor debe capacitarse para lograr tanto poner en marcha su iniciativa de emprendimiento, así como tener éxito en la misma. A la sociedad le beneficia el éxito de sus emprendedores.
Los países que han visto crecer y desarrollarse sus economías logrando con ello elevar sus estándares de calidad de vida, previamente han comprendido que la iniciativa emprendedora es la fuerza que desarrolla y diversifica toda economía que llega a ser próspera.
Las iniciativas e ideas de muchas personas suelen encontrarse con obstáculos prácticos de conocimientos acerca de cómo canalizar esas ideas y lograr efectivamente ponerlas en marcha. Por eso se entiende que la formación del emprendedor es un aspecto crucial para lograr canalizar y concretar esas iniciativas en prósperos proyectos.
“No existe gran talento, sin una gran voluntad” (H. Balzac). Formar al emprendedor se hace parte indispensable de la ruta hacia el éxito de su emprendimiento.
El rol de la educación en la preparación de generaciones de empresarios es clave. Todo emprendedor es de por sí un empresario. Por eso una política de país orientada a formar al emprendedor debe pasar por todas las etapas de la formación del individuo, llegando hasta la universidad.
La formación adecuada para el emprendimiento asegura la constante renovación de ideas y empresas que se traducen en más fuentes de empleos y crecimiento económico en una sociedad próspera.